sábado, 18 de abril de 2020

Tres criterios sencillos para rechazar el llamado "lenguaje inclusivo"

Tres criterios sencillos para rechazar el  llamado "lenguaje inclusivo"


1.- La gramática española no discrimina a las mujeres.

Los dos géneros del español, cuando se refieren a grupos de hombres y mujeres, tienen características complementarias.

Las formas de género masculino engloban a hombres y a mujeres, pero no pueden seleccionar, dentro de un grupo, solo a los hombres.
Las formas de género femenino seleccionan, dentro de un grupo, solo a las mujeres, pero no pueden englobar a hombres y a mujeres.

Las formas masculinas engloban, pero no seleccionan. Las femeninas seleccionan, pero no engloban.

Tan absurdo es argumentar que el femenino está discriminado por no poder englobar como decir que el masculino está discriminado por no poder seleccionar.

No está justificado, por tanto, que las formas masculinas sean discriminatorias para la mujer.



2.- El "lenguaje inclusivo" va contra la economía lingüística.

El empleo de esas duplicaciones, necesariamente presentes en el "lenguaje inclusivo", resulta farragoso y va contra la tendencia de las lenguas a minimizar el esfuerzo del hablante.



3.- El "lenguaje inclusivo" no es sistemático y, por tanto, es discriminatorio.

El llamado "lenguaje inclusivo" pretende que se nombren las formas masculinas y femeninas solamente cuando se habla de una realidad considerada positiva por la sociedad.

Así, expresiones como "ciudadanos y ciudadanas", "médicas y médicos", u otras más peregrinas como "miembros y miembras", son conocidas por todos.

Cuando la realidad de la que se habla es negativa, podemos observar que el llamado "lenguaje inclusivo" deja de emplearse.

Así, resulta inimaginable escuchar información en televisión sobre los "corruptos y corruptas" de un partido político, sobre los "muertos y muertas" por coronavirus, o sobre los "asesinos y asesinas" encarcelados en el año 2020.

Por tanto, el lenguaje inclusivo es discriminatorio.