viernes, 24 de abril de 2020

Introducción al formalismo ruso


Segunda mitad del XIX: se escriben grandes historias nacionales de la literatura, con criterios históricos y lingüísticos, atendiendo a corrientes literarias y a la evolución de las mismas. Suelen ser sistemas puramente clasificatorios. Es la época del nacimiento del Simbolismo.

Vitalismo (Nietzsche y, antes, Schopenhauer): la filosofía vitalista considera la vida como lo más importante. No hay categoría externa a la que la vida pueda reducirse. La vida tiene valor en sí misma. Subraya la fuerza de los instintos, de lo irracional y de la lucha por la subsistencia. Es doctrina contraria al racionalismo.

Intuicionismo (A. Bergson, B. Croce): rechaza el conocimiento del mundo mediante los sentidos o la razón. La intuición (una especie de estado de inspiración) es el único medio de conocimiento.

Con estas dos doctrinas filosóficas, conceptos como “instinto” o “inconsciente creador” empiezan a ser relevantes para explicar la literatura. El historicismo de la segunda mitad del XIX es fuertemente cuestionado.

En Rusia, A. Veselovskij empieza a rastrear “estructuras objetivas” en los textos, ajenas a determinismos psíquicos y biográficos de sus autores. Tanto él como A. Potebnja ponen el acento en el contenido. Frente a su concepción aparece el llamado formalismo ruso, que pone el acento en la los elementos formales del texto literario.

En 1914 se funda el Círculo Lingüístico de Moscú (Jakobson, Bogatirev), en contacto con cubistas y futuristas (Mayakovski). Los teóricos de la vanguardia rusa, con el contexto revolucionario, añadieron a lo formal la preocupación por el sentido y el contexto histórico.

La palabra (su naturaleza fonética) se basta, de acuerdo con los formalistas, para nombrar los seres y designar las cosas. De aquí irá esbozando Jakobson su idea de la función estética como función del lenguaje predominante en los textos literarios. Ese formalismo encontró la oposición de los dirigentes soviéticos, partidarios de una literatura de compromiso social centrada en el mensaje.

               
Métodos y objetivos del formalismo


Se rechaza la concepción romántica y simbolista, que se centraba en la inspiración. El formalismo ruso se centra en la técnica. Los formalistas pretendían fijar unos principios concretos en función de unos materiales analizados.

El campo de investigación principal es la literariedad; esto es, las características del lenguaje literario como desvío de la norma lingüística común, regida por el automatismo. La literariedad busca la desautomatización.

La poesía fue piedra de toque, por sus especiales rasgos fonéticos y sintácticos que la alejaban del lenguaje cotidiano. “La poesía es el lenguaje en su función estética” (Jakobson). La poesía, en cada época, privilegia unos recursos (paralelismos, metáforas, sinonimias, etc.) que serán percibidos como formas simples en épocas posteriores.

Sklovskij, en El arte como artificio (1916), introduce la noción de extrañamiento. El ser humano tiende a organizar su realidad mediante el lenguaje y a automatizarla. El arte introduce en ese proceso de automatización una serie de rupturas y deformaciones que provocan que el lector vea el objeto de una manera nueva, después de sentir extrañamiento y sorpresa por la nueva perspectiva abierta por el arte. “La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento”. Esto implica oscurecer la forma y aumentar la dificultad. La visión artística constituye una manera peculiar de experimentar las propiedades artísticas de un objeto que por sí mismo carece de importancia.

Frente a esta concepción se sitúa la simbolista, que veía en la poesía lo desconocido, el mundo interior del poeta.

El formalismo estudia las estructuras narrativas, sobre las que se sostiene la fábula y la narración. La trama surge de una combinación de una serie de motivos (Eichembaum). Motivo es la unidad mínima en que puede dividirse la trama. Tomachevskij distingue entre motivos determinados (fundamentales para la trama) y motivos libres (acciones secundarias).

Vladímir Propp escribe en 1928 su Morfología del cuento, un modelo de análisis del relato. Los elementos constantes de los relatos conforman lo que Propp denomina funciones. Así, que haya un héroe es una constante, mientras que el nombre del héroe es variable. “Por función entenderemos la acción de un personaje definida desde el punto de vista de su significación en el desarrollo de la intriga”. Estas funciones permiten comprender cómo se crea un cuento, cómo se organiza y cómo se relaciona con otros núcleos narrativos de factura similar. Propp singulariza 31 funciones para las líneas de la intriga del cuento fantástico, encarnadas por 7 clases de personajes.

Sobre los géneros literarios, Tomachevskij estudia los rasgos dominantes de cada uno, teniendo en cuenta que la noción de género debe aplicarse en el contexto de cada épcoa, ya que es cambiante. La importancia histórica de una obra puede delimitarse por la huella que ha dejado en su género a lo largo del tiempo, sea por imitación de sus aportaciones o por rechazo.